*** DIARIO ***
Punto 16. 15 de diciembre, en Francia. Yo: "Señor, Te adoro." Él: "Pero, sobre todo, ámame."
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
Y es que, ciertamente, la adoración puede surgir muchas veces como un sentimiento, mientras que el amor, estando o no revestido de sentimiento, normalmente abarca, en el sentido amplio, una actitud, un esfuerzo de la voluntad que se dirige hacia el bien del amado... El sentimiento es fugaz, no siempre depende de nosotros, mientras que la constancia de una voluntad que se dirige hacia el bien es capaz de sobreponerse a los estados pesarosos que a veces nos envuelven.
Eso es lo que quiere Cristo de nosotros: que nuestra voluntad en amar sea firme, independientemente de nuestro "sentir".
© tomado de housesoflight.org
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