lunes, 15 de enero de 2018

1937. Enero (suponemos día 15)

*** DIARIO ***

Punto 39. "Ponme siempre delante de ti. Yo primero, tú después".


*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***

     Esta petición de Jesús es de las que nos cuestan, no nos suena "políticamente correcta", pero dicha petición se corresponde con una verdad obvia: primero es Dios, después sus criaturas. 
Bien pronto se apresuran los enemigos de la Iglesia ante semejantes reflexiones a lanzar críticas despiadadas tachando a Dios de opresor, como si fuese un ser necesitado del "servicio" de toda una creación esclavizada que ha de rendirle pleitesía durante su existencia. En el fondo, el verdadero motivo de que estas realidades nos chirríen (a unos más que a otros, claro), reside en el estado en el que quedó nuestra naturaleza tras el pecado original. Recordemos que se trataba fundamentalmente de un pecado de soberbia (el mayor de los pecados), que básicamente consistió en pretender quitarle el sitio a Dios para intentar ocuparlo nosotros (aquello de "seréis como dioses...").
     El amor misericordioso de Dios, que no para de desplegarse continuamente desde toda la eternidad, es el más importante recordatorio de que, precisamente, la creación entera deriva de un acto generoso de amor, y en el caso nuestro, en el hombre, sin duda podemos contemplar el mayor deseo de creación y donación gratuita que ha hecho Dios; por decirlo de otra manera, somos lo más grande que ha podido crear Dios (pues somos hechos a Su Imagen y Semejanza), y hemos recibido el regalo más grande que podemos recibir, al poder optar por convertirnos en hijos de Dios, lo que supone ser Herederos de su Gloria.
Es bueno recordar esto pues, si gracias a su Amor creador somos lo que somos y podemos llegar a lo que Él nos ofrece, parece absurdo pretender quitarle el puesto. La razón debe actuar en este conflicto (si es que se produce en nosotros), pues, si ninguno de nosotros somos Dios, parece lógico que Dios sea superior a nosotros. Pero es que además, por Su propia naturaleza misericordiosa, el destino al que nos ha preparado cuando nos ha creado, es, mediante la aceptación sincera de su amistad, precisamente, el que "seamos como Dios"; pero no por que le robemos el puesto, sino porque reconociendo su Magestuosidad, aceptemos agradecidos nuestro lugar como hijos.
     En cualquier caso, y derivado de lo anterior, el recordatorio que Jesús le hace a Gabriela no es más que una invitación a perseverar en la humildad, virtud tan necesaria en nuestro camino...

Imagen tomada de Pixabay


PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 20 de Enero de 2018.


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