domingo, 29 de julio de 2018

1937. 29 de julio.

     Gabriela continúa llevando a cabo las representaciones teatrales que le encargaron escribir, y en esta ocasión se ha desplazado hacia el sur, a la zona del parque natural de Ardèche.


*** DIARIO ***

     Punto 230. 29 de julio, después de la comunión. "Ámame mucho. Date más, sobrepasa tu timidez. Camina hacia adelante; no te guardes para ti misma, sino para todos."

     Punto 231. La Louvesc, Ardèche. El padre B. me dijo en el confesionario las mismas palabras que Él: "Usted es nada. Que toda la gloria sea para Dios."

 Yo había extraviado en el corredor del teatro una parte de mis objetos y pensaba: "Nunca tengo lo que me hace falta." Él: "Te basta con tener un corazón para amarme."


     *** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***

     Ya había ocurrido esto en otra ocasión, y no sería la última: Gabriela encontraba en boca del confesor las mismas palabras que Jesús le había dicho minutos antes.
     Ciertamente la santidad y el desempeño del sacerdote pueden hacer más fácil ese “transparentar” a Jesús; de hecho, muchos sacerdotes santos (como el padre Pío de Pietrelchina o el cura de Ars), se hicieron famosos por tener el don de ver el estado del alma de los que acudían a ellos en confesión, y no pocas veces se adelantaban a las palabras de los penitentes indicándoles los pecados de los que iban a confesarse. Esto se debe a que, a mayor santidad, mayores son los dones especiales que Dios concede. Y por supuesto, en el caso contrario, es decir, cuando la santidad del sacerdote no sólo está cuestionada sino que incluso su “salud moral” está deteriorada, los dones pueden no estar, pero aún así, incluso estando el confesor en pecado grave, el sacramento sigue siendo válido, pues quien absuelve los pecados en la confesión es el mismo Cristo, por medio del sacerdote.

Imagen tomada de Pixabay 

PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 30 de julio de 2018.

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