Que nada se pierda. Las palabras de estas ‘horas santas’ ante el sagrario no son en vano…
*** DIARIO ***
Punto 1100. 9 de mayo. Hora Santa. “Señor, quizás tenías prisa por decirme muchas cosas y yo me he retrasado….” Él: "Apoya tu frente sobre Mi Corazón y escucha. Ya sabes que se debe conceder gran importancia a las cosas más insignificantes de los días ordinarios, pues ante Mis Ojos todo el valor de las cosas está en la intención de amor con que se hacen. Esto te lo digo con frecuencia, para que no lo olvides y que nada se pierda: podéis, a bajo precio , enriqueceros y enriquecer a los otros. No dejes entonces nada en la vaguedad: y que todo se haga con el deseo de la perfección en vuestro trabajo, para darme mayor gusto y reparar por las imperfecciones pasadas. ¿Sabes que uno solo de esos momentos puede reparar una vida entera? Haz bien lo que haces, sea lo que fuere, y hazlo mirándome y pidiéndome Mi Gloria. Así serás bendecida por Dios.”
Yo: “Señor, ¡ayúdame! Tú conoces mi nada y mi inclinación al mal.” Él:"Mi Gracia te basta. Te la doy cuando Me La pides. Y no sólo eso, sino que con frecuencia se te anticipa. Toma bien en serio tu influencia como esposa de Cristo: no hagas ni digas sino cosas que tu Esposo aprueba. Considerálo todo como si Yo estuviera puesto en tu lugar: ‘¿qué diaría Él?, ¿qué respondería'?' Esta será una manera nueva de agradarme, una manera de estar siempre conmigo. ¿No sientes que siempre os estoy buscando? Como aquella madre que despertaba a su hijito solamente por el gusto de verlo sonreír otra vez."
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
Somos instrumentos eucarísticos de reparación. La salvación es para todos, pero quienes tenemos la suerte de haber sido bautizados en el seno de la Iglesia católica estamos destinados por Dios para servirle como soldados corredentores. Una sola de nuestras ofrendas, estando en amistad con Dios y uniéndola a los méritos de Cristo, puede reparar TODA UNA VIDA: la mía, la tuya, la de aquel hijo alejado, la de aquel amigo o conocido que no comparte nuestra espiritualidad pero al que deseamos ardientemente la salvación. Piensa: ¿con quienes te gustaría compartir la eternidad del Cielo? Porque, esas ofrendas ayudan a Dios a arrojar más y más luz sobre nuestros seres queridos, para que sea más fácil que se abran a la Gracia (Dios no puede salvar a quien deliberadamente rechaza su salvación).
Y por otro lado, si progresamos en santidad con la ayuda de Dios, cuidando la oración y los sacramentos, realmente podemos hacer que el mal pierda dominio en el mundo. Así es como se cambian las cosas, por medio de la vida cotidiana y sencilla de cada uno, pero ofrecida una y otra vez. Demos otro giro a la Historia…
PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 10 de mayo de 2022.
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