*** DIARIO ***
Punto 1294. 27 de enero de 1943. Pasada la comunión, decía yo "Juan bautizaba porque él era el Bautista. Y tú, Señor, curabas porque eras el Salvador. Pero yo, ¿qué soy?, ¿por qué me distingo?" Me contestó: "Tu signo distintivo ha de ser la amabilidad para con todos, para dar testimonio de Mi Bondad."
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
El concepto de vocación se entiende mejor cuando analiza el origen del vocablo, que con procedencia latina (“vocatio”), significa una llamada a la acción. Cuando Dios crea un alma, otorga a cada una su propia vocación, una llamada destinada a un fin concreto, que puede ser parecido al de otras, pero que en sí es único y especial, de la misma manera que cada persona es única e irrepetible. Esa persona concebida respecto a ese fin, alcanzará su plenitud precisamente cuando su vida esté en sintonía con él; por eso la felicidad está unida al desarrollo de esa vocación, y somos más felices en cuanto nos acercamos a nuestra propia llamada, con independencia de las circunstancias.
Descubrir la vocación de cada uno es siempre más fácil cuando hay hábito de oración. El caso de Gabriela es excepcional porque su comunicación con Dios es tan directa que recibe las palabras de Cristo como en una conversación ordinaria, pero también quienes no tenemos ese don podemos ir descubriendo la nuestra de forma progresiva. Dios habla a cada uno a su manera, pero siempre dice algo, y también la ayuda de un sacerdote o director espiritual puede ser reveladora en este terreno.
La llamada tiene un sentido sobrenatural, pero se desarrolla en la vida terrenal, de modo que se concreta en aspectos espirituales (orientación al matrimonio o vida consagrada, por ejemplo), pero también se encarna en el desempeño profesional, laboral o artístico, a fin de cuentas una forma de vida que se distingue de manera especial y que da un testimonio sobrenatural en alguna dirección. Por eso conviene no tomar este aspecto a la ligera y discernir…
No hay comentarios:
Publicar un comentario