domingo, 30 de diciembre de 2018

1937. 30 de diciembre.

     Gabriela está en la Iglesia de Notre Dame de Nantes. Ha madrugado para unirse a la oración del Vía Crucis, en un acto mediante el cual, sin duda, es capaz de llevar consuelo al Corazón Traspasado de Cristo (interesante tema del que hablé en su día en otro blog, ver aquí).
     En la rememoración de Su Pasión realizada en esta oración, uno de los episodios fue el que nos trae la Tradición católica sobre el encuentro con la Verónica (no viene descrito sin embargo en Los Evangelios); cuando esta piadosa mujer quiso darle apoyo espiritual a Jesús limpiándole el rostro de sudor y sangre, Éste le correspondió dejando la impronta de su Santa Faz en el paño.


*** DIARIO ***

     Punto 358. 30 de diciembre. En Notre Dame, a las cinco y media de la mañana, durante mi Via Crucis, pensando en Verónica, oí que me dijo: “Cuando tú Me consuelas, Yo imprimo Mi Rostro en tu alma."


*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***

     Nuestra alma está siempre expuesta ante Dios. De alguna manera nosotros la vamos “formando”, la vamos preparando para su “nacimiento” en el momento de nuestra muerte; son nuestros actos los que van moldeándola como si de un material arcilloso se tratase, pero ésta siempre está expuesta a la Mirada de Dios. Y Él, que conoce en lo profundo, imprime Su Rostro cuando Le hacemos compañía, cuando Lo amamos en el prójimo, cuando desplazamos nuestros intereses para ocuparnos de los Suyos, cuando en el dolor en el que Le sume el pecado buscamos su Mirada. En definitiva, cuando susurramos ante Su Dolor algo así como “Rescátame para que no vuelva a fallarte, cúbreme con tu Misericordia forjada a fuerza de Sangre, pues he pecado...”


Imagen tomada de Pixabay.

PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 31 de diciembre de 2018.

No hay comentarios:

Publicar un comentario