No siempre es difícil abordar el tema de la muerte, pero en determinadas ocasiones, parece imposible enfrentar la dureza de su impacto; y es que, al menos aparentemente... ¡hay tantas muertes sin sentido!
Conocí a Rocío Fernández Ruiz hace muchos años, y aunque apenas cruzamos palabra, la recuerdo subiendo al autocar que cubría la ruta de los colegios Mulhacén y Monaita con extrema delicadeza, tímida y discreta, tal y como luego la hemos encontrado todos en la edad adulta. Y aunque adulta, esta joven mamá se nos fue hace unos días dejando marido y tres gráciles hijos que hoy se enfrentan a la tristeza de su pérdida.
Será por estos sinsentidos de la vida, será porque que la negra dama pasa demasiadas veces a nuestro lado (en mi caso en tres ocasiones en apenas un mes), que no tengo más remedio que aferrarme a palabras como las de hoy para intentar darle la vuelta a la tortilla. Y así, con la belleza de conversación que sigue, empezamos a llenarnos de esperanza, a intuir que finalmente Dios tendrá la última palabra, y poco a poco vamos asimilando la realidad de la Cruz, de esa Cruz que humanamente nos aterra, pero que forma parte del Evangelio y que paradójicamente, algún día, acabaremos entendiendo.
Mientras tanto, a la espera de esa resurrección que llegará para todos, pedimos por nuestros difuntos, hoy de forma especial por Rocío y por todos los que nos dejan demasiado temprano: que descansen en paz y brille para ellos la Luz perpetua...
*** DIARIO ***
Punto 627. 7 de marzo de 1939. De Rennes a Nantes. "Padre querido: cuando tenga que morir, si estuviera en cama, sería preciso que me despertaras. Yo quisiera morir en pleno conocimiento de sacrificio." Él: “Es mucho más sencillo de lo que tú crees. Abandónate y déjame obrar. Haz cada uno de tus actos con el mismo amor, con la misma alegría con que lo harías si estuvieras en el Cielo. Busca únicamente Mi Gloria y todo te será dado como añadidura. Vive enteramente en el reino de tu interior.”
(En otra ocasión) "Di: ‘Mi Jesús amado, Soberano Sacerdote, ten piedad de tus hermanos sacerdotes'."
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
Gabriela se anticipa al momento de su muerte; de alguna manera, desea en su imaginación hacerlo lo mejor posible en ese momento cumbre, aludiendo de forma sobrecogedora a su plena ofrenda en sacrificio, como Jesús lo hizo con nosotros, como en esos testimonios de nuestros muchos mártires conocidos. Sin embargo, Él habla de sencillez, de dulce abandono; como si de una manera especial Él se encargase de tomar suavemente su alma para llevarla al Cielo.
Y efectivamente, ya lo veremos en su momento, así será. Y es que Dios tiene para cada uno de nosotros un designio particular, y en muchas ocasiones, la vida se va entregando poco a poco, día a día, y la suma de tantos momentos vividos en Dios, constituye de por sí una ofrenda perfecta, pues Su Misericordia suple lo que a nosotros nos falta...
(c) foto Manolo.dj
PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 9 de marzo de 2020.
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