jueves, 19 de noviembre de 2020

1939. 19 de noviembre.

     Noviembre es un mes en el que tenemos presente algo de lo que siempre rehuimos hablar: la muerte.
     Estamos hechos para vivir una vida eterna, de hecho la muerte fue consecuencia del pecado. La Justicia Divina, tras el rechazo del hombre a Dios con el pecado original, dictaminó que nuestra especie perdiera la protección especial con la que había sido dotada en la Creación. Así, nos vimos relegados a sucumbir ante las leyes de la naturaleza, al igual que el resto de los animales y seres vivos.
     Sin embargo, nuestra escondida añoranza de lo que fuimos convive con nuestras aspiraciones a la Nueva Vida que Cristo nos promete, y que conquistó para nosotros precisamente con Su Muerte redentora. Así nos amó...


*** DIARIO ***

     Punto 792. 19 de noviembre, a las 5:30, Via Crucis. Yo decía: "Grito tan fuerte mi amor, que
Tú no oirás los martillazos..."  Él: "Tengo una gran necesidad de ser consolado. Fui condenado a muérte, y a ese tipo de muerte, ¿te lo puedes imaginar?" "Yo querría ser condenada a muerte para poderte ofrecer, Señor, lo que sintiera." Él: "Entonces, ofréceme desde ahora tu aceptación de la muerte en obediciencia a una ley divina y para la glorificación de Dios, para la disminución del mal sobre la Tierra, para la exaltación de la Santa Cruz. Acuérdate: cuando la Cruz resbaló en su hoyo, el ruido del choque fue oído en el Limbo, donde tantas almas aguardaban la venida de su Salvador. Se estremecieron de Alegría y de Esperanza. Cuando el Amor a la Cruz penetra en un alma, el Alma vive en un gozo que el Mundo no puede conocer. Porque el Mundo no tiene sino placeres, pero la Alegría Me pertenece a Mí. Y también, amiga Mía, a los que son Míos."


*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***

     Tanto se humilló el Verbo al encarnarse en el seno de María, que aceptó la condición humana en todas sus dimensiones, incluso en la capacidad de sufrir, llegando a unos límites insospechados por las torturas de la Pasión y por el sufrimiento espiritual al cargar con todo nuestro pecado que se le presentaba bajo horrorosas visiones. En eso consistió el agudo dolor del Huerto de los Olivos; allí el ángel le llevó consuelo en forma de todos los frutos que obtendría mediante Su obra redentora. 
      Ante Dios todo está presente. Todo lo bueno que ahora podamos ofrecer forma parte de ese consuelo que se traslada al pasado, al momento exacto de máximo tormento espiritual, justo cuando, al borde del colapso, el ángel confortó a Cristo. 
     Sí, nuestro Dios tiene necesidad de ser consolado, y nos ha brindado esa preciosa oportunidad. Mediante nuestra oración, teniéndolo presente en nuestro día a día, agradeciendo por tanto bueno como hemos recibido, visitándole en cualquier sagrario en el que Se encuentra presente, en cuerpo y alma, como tú y como yo...


(c) foto Manolo.dj

PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 22 de noviembre de 2020.


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