Son tiempos de guerra. En 1941 Francia sigue ocupada por los alemanes y la población civil sufre privaciones. La economía de guerra se traduce en escasez, en noches de silencios prolongados a la espera de un amanecer que no se sabe lo que traerá. Gabriela, como nosotros, vive días de Cuaresma, tiempos en los que la Iglesia nos pide reflexión, contrición, oración.
Las escenas de hoy en la Ucrania invadida son una repetición de horrores del pasado. Lo mejor a lo que puede aspirar cualquiera en esas condiciones es a compartir un refugio con familiares y extraños, invadidos por el miedo y con las debilidades del propio cuerpo: hambre, frío, convivencia en escasez y estrechez, durmiendo de tarde en tarde en cualquier rincón al alcance de suciedad e insectos… y esto es solo lo menos dramático…
*** DIARIO ***
Punto 1086. 6 de marzo de 1941. Hora Santa. "Yo quería reposarte, Señor, como hace tanto tiempo me lo tienes pedido. Yo quería no ofrecerte nunca más el cuidado de mis infidelidades; pero, he aquí que he vuelto a caer en tantas faltas, que me admiro de que Tu Misericordia no se haya cansado.'' Me contestó: "Aún cuando tú vivieras hasta el fin del mundo acumulando faltas sobre faltas, pero acechando siempre el momento del Perdón, encontrarías que el Perdón te estaba esperando, aun desde antes que tú hubieras comenzado a implorarlo.
Recuerda que una vez dije: 'setenta veces siete'. Esto da la medida, sin medida, con que Mi Corazón responde a la pregunta: '¿cuántas veces tenemos que perdonar?' Conserva tu espíritu de penitencia."
Yo pensaba luego en mi falta de valor para dormir las noches precedentes, en un lecho con pulgas. Me dijo: ''¿No puedes soportar eso por Mí? ¿Ni por ti? Para expiar tus faltas, para expiar la marca creciente de los pecados del mundo actual. Déjate penetrar por un espíritu de humilde reparación.
Recita durante todos los días de la Cuaresma el salmo 'Miserere', por todos los hombres. Déjame activar en ti la suplicación; permanece en Mi, seamos Uno. Ruega a Mi Madre que presente así sus Jacob al Padre Celestial. ¿Puedo contar contigo, unida a Mí, para ayudar a las almas durante esta Cuaresma?" Yo: “Sí, Señor.” Él: “Yo te ayudaré, como te ayudo siempre, cuando tienes valor para comenzar un sacrificio. No creas que cuando te esfuerzas por esto o por aquello eres tú la que lo hace. No eres tú, Soy Yo, que te ayudo. Y cuando el famoso sacrificio ya pasó, ni siquiera te vuelves a acordar al siguiente día. Ten pues ánimo. Ya sabes todo lo que sufrí por tu causa y por tu bien. Hace poco veías cómo un pedazo de cuerda medio caído de un camión, era arrastrado por todos los baches llenos de lodo; y pensaste en Mí, en el Pretorio, derribado por los verdugos y golpeando con Mi Cabeza las esquinas de las columnas. Sentiste al mismo tiempo horror y compasión. Que tu amor se traduzca en actos, porque ése es el verdadero amor. Yo te he amado así: imita a tu Cristo, pequeña esposa Mía."
6 de marzo. En mi aposento hacía yo una cubierta para el altar. Me dijo:"Siéntate a Mis Pies."
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
Espíritu de penitencia. Es algo necesario. Dios nos da muestras continuamente de Su Infinita Misericordia. Y para que no seamos nosotros quienes pongamos límites, para no “acortar” Su alcance y dejar en Sus Manos el destino de todas las almas, incluso de quienes claramente son nuestros enemigos, tal vez deberíamos reflexionar más sobre nuestras propias faltas. Y no solo me refiero a los malos actos realizados, sino a todos los bienes que hemos dejado de hacer por comodidad, por mirar para otro lado… Reconozcamos que detrás de los males a gran escala también surgen oportunidades infinitas de ayudar, de ofrecer, de redimirnos a nosotros mismos implicándonos en la lucha por obtener el bien, el bien para el prójimo que sufre. Y así, tal vez seamos incluso condescendientes con los que ahora se muestran hostiles, como aquellos mártires que perdonaron a sus enemigos… Lo que no implica que no busquemos la justicia y el bien legítimo aplicando lo que sea necesario para salvaguardar la vida de los débiles: a Dios rogando y con el mazo dando.
Imagen tomada de Pixabay.
SALMO MISERERE
Tenme piedad, oh Dios, según tu amor,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
y de mi pecado purifícame.
Pues mi delito yo lo reconozco,
mi pecado sin cesar está ante mí;
contra Ti, contra Ti solo he pecado,
lo malo a tus ojos cometí.
Por que aparezca tu justicia cuando hablas
y tu victoria cuando juzgas.
Mira que en la culpa ya nací,
pecador me concibió mi madre.
Mas Tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
y en lo secreto me enseñas la sabiduría.
Rocíame con el hisopo, y seré limpio,
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Devuélveme el son del gozo y la algría,
exulten los huesos que machacaste Tú.
Retira tu faz de mis pecados,
borra todas mis culpas.
Crea en mí, oh Dios, un puro corazón,
un espíritu dentro de mí renueva;
no me rechaces lejos de tu rostro,
no retires de mí tu santo espíritu.
Vuélveme la alegría de tu salvación,
y en espíritu generoso afiánzame;
enseñaré a los rebeldes tus caminos,
y los pecadores volverán a Ti.
Líbrame de la sangre, Dios, Dios de mi salvación,
y aclamará mi lengua tu justicia;
abre, Señor, mis labios,
y publicará mi boca tu alabanza.
Pues no te agrada el sacrificio,
si ofrezco un holocausto no lo aceptas.
El sacrificio a Dios es un espíritu contrito;
un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
¡Favorece a Sión en tu benevolencia,
reconstruye las murallas de Jerusalén!
Etonces te agradarán los sacrificios justos,
--holocausto y oblación entera--
se ofrecerán entonces sobre tu altar novillos
PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 8 de marzo de 2021.