miércoles, 24 de marzo de 2021

1940. 24 de marzo.

     Hace casi tres años mi mujer y yo visitamos la casa de Gabriela Bossis en Le Fresne (ver aquí). Poder contemplar aquella terraza a orillas del Loira donde ella recibió estas confidencias de parte del mismo Dios fue toda una experiencia, y tal vez lo que más me llamó la atención fue la sencillez de aquel pueblo tan pequeño donde se intercambiaron tan dulces diálogos...
    Sin embargo, leyendo el diario me curiosa la condición humana, que siempre parece desear lo que tienen otros, como en el punto de hoy en el que Gabriela, cubierta con tantas gracias, echa en falta la visión directa de Dios que tuvieron nuestros primeros padres...


*** DIARIO ***

     Punto 860. Pascua. En la Catedral. ''Del mismo modo como Yo entré al Limbo después de Mis últimos Sufrimientos (y digo “Mis últimos” porque, recuérdalo, un día llegará sobre la Tierra un sufrimiento que será el último, te lo digo para animarte); y así como liberé y llené de gozo a esas almas, así también vendré solemnemente a libraros de la Tierra y a llenaros de gozo. ¡Almas tan amadas! Que este pensamiento os llene de una gozosa confianza. Es algo breve, la Tierra...  Y entonces verás Mi Rostro."

     Punto 861. “Señor, me gustaría poder charlar contigo como lo hacía la primera mujer, cuando Tú venías al Paraíso a visitar a Adán y a Eva." Él: "Pero tú tienes muchos más motivos de amor que tus primeros padres. Entonces Yo no era sino el Creador, el Bienhechor, el Iluminador; ahora Soy tu Salvador, tu Reparador, la dulce Víctima, el Amor revelado.
Lo que te doy es más que puras visitas, pues habito en ti y tú comes Mi Cuerpo. Y nunca te abandono, a menos que tú Me eches... Busca pues en ti palabras que te hagan desbaratarte de amor."


*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***

     Tras Su muerte en la Cruz, dice el Credo que Jesús descendió “a los infiernos”, expresión incorrecta pues la teología distingue entre el infierno y el Limbo, que era el lugar en el Antiguo Testamento al que llegaban las almas de los justos. Se entraba así en un estado parecido al del Purgatorio, lleno de esperanza pues la Salvación ya estaba obtenida, pero aún no se podía disfrutar del Cielo y la visión directa de Dios porque esto sólo fue posible a partir de la Redención obtenida por Cristo al entregarse por nosotros. Su llegada al Seno de Abraham (también así llamado), significaba la liberación de esas almas que estaban a la espera, de ahí la enorme alegría que supuso la entrada de Jesús victorioso. 
    Al principio Dios ejerció de Creador; y ahora, lo hace como Redentor...


Imagen tomada de Pixabay.

PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 25 de marzo de 2021.

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