*** DIARIO ***
Punto 851. 7 de marzo. "Es posible que Yo no te haya creado para otra cosa sino para que Me consueles, dándome asilo en un corazón en donde Me cantas el cántico del Amor. ¿Por qué no habría Yo de tener una morada en esta Tierra? ¿Será todavía preciso que no tenga Yo ni una piedra para reclinar la Cabeza? Ábreme. Ábreme tus puertas de par en par, pequeña alma tan amada."
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
Cada uno tenemos una vocación. Y no me refiero en este caso a una vocación en el plano profesional o artístico. Me refiero a una vocación íntimamente ligada a nuestra relación con Dios.
Desde una posición alejada de la Fe esto puede sonar exagerado, incluso ridículo. Más de uno podría objetar “pero... ¿qué narices de vocación va a tener un ateo, o incluso un perseguidor de la Iglesia?...” Sin embargo, es precioso creer que hemos sido proyectados y amados desde antes de la Eternidad. Antes de nuestra existencia ya estábamos en los Planes de Dios, pues Él ya sabía que naceríamos y viviríamos con tales condiciones y circunstancias. Y fue entonces cuando Dios “sembró” un itinerario para cada uno de nosotros, por eso somos felices cuando vivimos plenamente nuestra vocación.
Y así, el Padre pensó en Laura, que será doctora en una clínica de investigación genética, y a la cual dotó de una vocación de madre de familia, y cuenta con ella para ayudar a que sus hijos crezcan en la Fe. También creó a Luis al que llamó al sacerdocio, o a Fran, excelente deportista a quien ha llamado a colaborar con varias organizaciones caritativas.
Con Alberto pasa algo parecido, pero en este caso, en el uso de su libertad, ha dejado a un lado cualquier tipo de posible relación con Dios. Pero si él se plantease algún día volver a la Fe, descubriría una preciosa vocación simplemente dando a conocer el mensaje de Cristo a su círculo íntimo de amigos.
La llamada existe, desde siempre, para todos. Pero es preciso querer escuchar...
Imagen tomada de Pixabay.
PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 9 de marzo de 2021
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