Gabriela lleva varios días en la localidad de Ozoir-la-Ferrière, cerca de París, y desde ahí tomará de vuelta el tren hacia Nantes. Mientras tanto, Él siempre la acompaña...
*** DIARIO ***
Punto 608. 9 de enero, en Ozoir. "Tú puedes salvar a los que Yo no he podido. Compréndelo: la más grande comedianta del mundo se disminuye si sirve a la Tierra; en cambio, es grande si se pone al servicio de Dios."
En el tren: "Pide siempre por los que te rodean. Aquí. En los países que visitas. En todas partes."
El tren se había atestado de gente, y yo, quién sabe cómo, había logrado un buen rinconcito. Me dijo: "Dame las gracias con cariño, como si hubiera sido Yo Quien te preparó tu sitio."
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
Todos tenemos una vocación, un “algo que hacer” en el que se dan dos circunstancias: nos encontramos cómodos (es decir, realmente lo disfrutamos), y servimos a los intereses de Dios de la mejor manera posible.
En el caso de Gabriela, su admiración por la belleza y las artes la llevó finalmente a escribir obras teatrales y comedias, y ya sabemos que disfrutaba de lo lindo llevando dichas representaciones por numerosas regiones y países diversos. Y como vemos, esta era un perfecto escenario (nunca mejor dicho) para cumplir con su otra vocación, la espiritual, y que en definitiva es común a todos: relacionarnos con Dios en una vida de amistad con Él, y asistir a los demás con nuestra oración y afecto fraterno en la difícil tarea de dar a conocer a Dios y Su Salvación.
Por cierto, nuestra tarea corredentora realmente parte de nuestro ofrecimiento a Dios, pero no olvidemos que, en última instancia, Quien salva es Él, no nosotros (que somos mero instrumento en Sus Manos).
Imagen tomada de Pixabay.
PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 12 de enero de 2020.