Hora Santa. Uno de esos ratos especiales que Gabriela dedica a Cristo. Repetido cientos de veces a lo largo del diario, suele ser en esas adoraciones ante el sagrario cuando se dan muchas veces los diálogos entre ambos. Y con esa sencillez, al mismo tiempo que una tremenda profundidad teológica, transcurre la conversación de hoy…
*** DIARIO ***
Punto 1413. 13 de diciembre, Hora Santa. "Porque Yo estoy aquí en el tabernáculo, el Padre Se complace de verte a Mis Pies; y por eso Yo os pido que vengáis a hacer la Hora Santa, para hacerme compañía en unión de los ángeles que Me rodeaban en el Jardín de los Olivos. Ellos estaban allí para sostener Mis Fuerzas; ven tú también aquí para sostener Mis Fuerzas en Mi Soledad.
Como ves, no hay nadie en la iglesia. Mis visitantes son pocos y sus visitas son breves y apresuradas. Si de verdad creyeran que estoy aquí presente, no dejarían de manifestarme su amor o, cuando menos, su simpatía. Me manifestarían también sus necesidades, pues Yo Soy rico y poderoso. Pero el hecho es que más fácilmente creen en Mi Poder que en Mi Amor. ¿Y tú?" Entonces Le dije: "Señor, creo firmemente en tu gran Amor de Mártir." Él: "¿Y no es verdad que te consuela y te hace vivir el pensamiento de que eres amada hasta el extremo? ¿Y qué sería tu vida si Yo no fuera su Objeto único? ¿Por qué habrías de desear la muerte, si Yo no estoy detrás de la puerta?
Ejercita tu Fe. Cuando aprendías a andar, te lanzabas primero como podías, pero poco a poco se afirmaban tus pasos. Haz lo mismo en tu vida interior: lánzate hacia la Trinidad, hacia Mi Madre, con impulsos siempre nuevos, cada vez más directos y verdaderos, de tu íntimo centro: pronto te serán habituales. Habrás crecido. ¿Comprendes? Y habrás hecho crecer a los otros, ya que vuestros actos tienen siempre una resonancia, buena o mala. ¿No Me has dicho varias veces que querías ayudarme a la Redención? Que Ella sea el Fin único de todos tus actos, como era el Fin de los Míos. Debemos estar siempre juntos, Mi querida hija; hazme el honor de creer que es eso lo que deseo."
Entonces Le dije: "Señor, soy toda tuya." Me contestó: "En este momento sí, pero no te Me escapes. Hay momentos en que la Fe se hace brumosa y tú no sientes sino fastidio. Tú llamas y parece que Yo no te oigo, pero has de creer, pequeña. Húndete en la Verdad. Contra todo, contra ti misma. Grita, grítame diciendo: 'A pesar de todo, yo creo que eres mío y que yo soy Tú. Nada importa las apariencias en contrario, estoy segura de Ti'. Este punto de la batalla es donde Yo te espero. Es el punto preciso en que Yo quiero tu amor; por encima de todo, porque Yo estoy por encima de todo. Alcánzame."
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
De todo esto se puede sacar mucho partido. Por ejemplo… ¿cómo es nuestra fe ante el sagrario? ¿Creemos firmemente en la presencia real de Jesús en la Eucaristía? ¿Somos conscientes de su soledad cuando no hay nadie, creemos en ese misterio de que realmente está allí en cuerpo y alma y que su naturaleza humana y divina puede sentir esa falta de cariño aun cuando Él, como Dios, también esté presente en tantos otros sitios recibiendo alabanzas?
Y ¿qué hay de nuestro papel en la llegada de Su Reino, o de la repercusión que tienen nuestros actos sobre los démás? ¿Creemos que podemos hacer que se anticipe Su venida al final de los tiempos y que realmente podemos colaborar en Su Redención? ¿Somos conscientes de lo mucho que podemos consolarle en la amargura que sintió en el Huerto de los Olivos, a pesar de la distancia en el tiempo (ver aquí)?
Y ante el desfallecimiento de nuestra fe, con tanta frecuencia como ocurre…. ¿Pedimos la gracia de que nos mantengamos firmes ante la tempestad para seguir confiando sin límites? Ahí es donde Él nos espera…
Imagen tomada de Pixabay
PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 20 de diciembre de 2025.
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