*** DIARIO ***
Punto 1297. 11 de febrero. En la iglesia de Fresne. "No creas que la amabilidad con que debes dar testimonio y alabanza a la Bondad se refiere solamente al prójimo; también debe haberla en toda relación que tengas con Dios. A Dios se Le llama -y lo es- el infinitamente Amable. Sé tú también amable con Él y el intercambio será dulcísimo. Sólo más tarde podrás entender lo bien recibidas que fueron tus amabilidades.
Acostúmbrate a caminar, como los ciegos, en la obscuridad. Ten confianza en que Mi Mano es la que te guía. La mayor ofensa que podrías hacerme sería la de dudar de Mí. Hija Mía, tan pequeña y tan débil, piensa seguido: ‘Qué sería de mí sin Mi grande Amor? ¡Él lo es Todo y yo no soy nada!'
Humíllate por tus desfallecimientos. Piensa que Yo expié por ellos cuando desfallecí, Yo mismo, en el terrible camino del Calvario; y que esto te dé ánimos para el amor. ¿No hemos dicho tantas veces que el amor es lo único que cuenta? Y no existe sino una sola desgracia: la de no amar a Dios. Fomenta el anhelo de ser útil a la causa de Dios en la medida de tus pocas fuerzas. Desaparece de ti misma. Anhela no recordarte nunca a ti misma sino para deplorar tus infidelidades; y haz frecuentes actos de Fe en la Presencia de Dios, en la cual estás siempre. Esto te hará más fácil amarlo y hablarle con intimidad. Arrójate en Mis Brazos, pues aquí estoy contigo. Y que sea con alegría, pues tu alegría es el ornamento de tu amor."
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
Cualquier lectura espiritual es, a fin de cuentas, un recordatorio variado de cómo deber ser nuestra relación con Dios. La forma de guiarnos por la vida, la relación con nosotros mismos y con el prójimo, debe ser un reflejo de la manera de vivir esa intimidad con Dios. Y este diario recoge continuamente los consejos que Jesús da a Gabriela sobre cómo debe dirigir su vida interior. Esto siempre debe adaptarse a las particularidades de cada uno, en función de sus circunstancias y vocación.
Y como se recoge en nuestra tradición católica, siempre es recomendable la cercanía de algún sacerdote al que, de cuando en cuando, le podamos pedir consejo y con el que podamos mantener una saludable amistad. Son nuestros pastores, y los necesitamos, y es a través se ellos como recibimos los sacramentos y la Gracia. Las lecturas espirituales enriquecen nuestra formación y nos acercan a Dios, pero lo central está en el Evangelio y en la celebración comunitaria con la Iglesia, no lo olvidemos…
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