Aunque este punto está fechado en el día 9, todo refiere al día 8, celebración de la Inmaculada Concepción. Y es que las fechas especiales deben “encarnarse”, hasta el punto de seguir celebrando aunque el calendario siga su curso…
*** DIARIO ***
Punto 1344. 9 de diciembre. Iglesia de Fresne. ''No dejes a tu Madre Inmaculada y tampoco Ella te dejará. Te ama más que tu madre de la Tierra y mucho es lo que sufrió para engendrarte. Ella, la Reina de los mártires, sufrió por ti los horrores de Mi Muerte. Siempre se ama más a aquellos por los que más se sufre; imagínate, si puedes, la ternura que Ella tiene. Nada podría detenerla, ni siquiera tu ingratitud.
Dile seguido que la amas y le agradeces. Los coloquios con Ella te acercarán a Mi. Ella es demasiado humilde para referir a Ella misma lo que es Mío; Ella, que no vivió sino para Dios, pero lo Mío es suyo. Pídele que te enseñe a no vivir sino para Mí, pon en Ella toda tu confianza y Ella te ayudará a escalar la dura montaña de la perfección. Y tan dura es, que sólo se ve cuando se resbala creyendo que se subía.
¿Quién podrá purificarte y encender la luz en tu espíritu, sino aquellos que ya la poseen, los santos y la Reina de todos los santos? Siéntete muy pequeña junto a Ella, porque Ella no es una mujer, sino La Mujer, la segunda Eva, la que aplasta la cabeza de la serpiente. Vive con nosotros en familia, con toda simplicidad, como si vivieras con nosotros en Nazareth, porque nada de nuestra intimidad te queda prohibido. Yo os doy todo lo que poseo, aun el Amor de Mi Madre. Así, cuando te sientas sola y débil, entra en la intimidad de nosotros dos, Mi Madre y Yo. No es necesario que nadie te presente, pues de largo tiempo te conocemos y mejor de como tú misma te conoces. Hija Mía y de Mi Madre, humíllate ante nuestro gran Amor por ti. Y ámanos para consolarnos de los otros, de los que no nos aman.”
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
María. La segunda Eva, la que aplasta la cabeza de la serpiente. Ya estaba prefigurada en el Génesis, pero no supimos, hasta que llegó la Cruz, que a los pies del Calvario el mismo Cristo la haría nuestra madre. Y Madre con mayúsculas, pues nada puede detenerla, ni siquiera nuestra ingratitud. Santa María, concebida sin mancha, ruega por nosotros…
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