*** DIARIO ***
Punto 1350. 13 de enero. Iglesia de Fresne. Yo decía: "¡Oh Verdad, Te adoro!" Me dijo: "Sí, Yo Soy la Verdad. El pecado es mentira, error y tiniebla. Toda virtud es verdad, como lo es el deseo del Bien y el trabajo por la Justicia. Más tarde verás que sólo la Verdad importa, por lo mismo que sólo Dios importa.
Nada estimes fuera de Mí. Fuera de Mí hay placeres aparentes, pero sólo en Mí hay felicidad. Al crear al hombre puse en el fondo de su ser el sentido de la verdad, pues lo hice a Mi imagen y semejanza. Cuando peca contra su conciencia, deja Mi semejanza y se hace ignominioso; pero el alma que se esfuerza y con sacrificios tiende a acercarse a Mí, perfecciona su semejanza conmigo. Algunas hay que de tal manera supieron copiar, rasgo a rasgo, el Rostro de Cristo, que aparecieron en el Cielo como si fueran Cristo mismo. ¡La gloria que llevan consigo! Porque cada uno de vuestros actos tiene su resonancia en el Cielo o en el Infierno.
Grandes verdades son éstas que has de meditar sobre Mi Corazón. Manténte bajo Mi Mirada, querida hija. Te voy siguiendo, porque te amo."
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
Pensemos en esto: nada es indiferente, todo tiene su efecto, y cualquiera de nuestros actos tiene su resonancia en el Cielo o en el Infierno. Este tema suele crear, incluso en los círculos de creyentes, numerosas discrepancias, pues son muchos los que niegan la existencia del infierno. Entonces… ¿por qué lo menciona Cristo en los Evangelios? ¿Por qué habla de forma tan clara sobre esa posibilidad? Por supuesto que la Misericordia de Dios se nos ofrece hasta el último momento como una tabla de salvación a la que podemos acogernos, pero… ¿y si el alma la rechaza, y si el orgullo está por encima del arrepentimiento? Por eso nuestros actos son tan importantes, porque nos van conformando a una manera de reaccionar ante nuestros propios errores, y esa reacción cuando seamos conscientes de nuestra culpa es la que marcará la diferencia en el último momento…
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