*** DIARIO ***
Punto 418. 7 de abril. En el tren de París a Grenoble. Unos esposos jóvenes conversaban cariñosamente en el vagón-restaurante. Él: "¡Ojalá Me hablaras con la misma alegría! Es algo tan bueno y tan sencillo... Las Gracias concedidas a otros santos, como Santa Teresa, no han agotado Mis Recursos; estoy siempre dispuesto a darlas y todavía más grandes."
Veynes, en el tren. Yo me excusaba de la cortedad de mis pensamientos y de mis pobres voluntades, Me dijo "Pero si no eres más que una niña..."
Ante los Alpes altísimos, cubiertos de nieve allá arriba y llenos abajo de rosados duraznos, adoraba yo la Fuerza y la Dulzura. Lo invitaba a descender a estas regiones salvajes y para que el hielo no enfriara Sus Pies, ponía yo como un tapete de arma. Me dijo. "Que tu vida se consagre de ahora en adelante a encantarme y verás cómo se transforma. Agradarme. Vivir para mí. Este es el verdadero sentido del ser."
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
El sentido del ser... tantas veces buscado y tan pocas veces encontrado...
Dice la Iglesia, como buena madre, que el sentido de nuestra existencia radica en ser fieles a nuestra vocación. Creo que toda la psicología moderna podría tener esta sentencia como axioma principal.
En definitiva, pensemos que nosotros no nos hemos dado el ser, sino que nos ha sido dado por el Creador. Y en ese acto de creación que ha sido pensado desde toda la eternidad, cada uno de nosotros ya existíamos para Dios. Y nuestra vocación, la semilla que puso en cada uno de nosotros, es aquello a lo que debemos aspirar a llegar, como una señal que nos llama y nos marca una meta. Nuestra vocación, por lo tanto, coincide con lo que Dios espera de nosotros, y cuanto más fieles seamos a su llamada, más cerca estaremos de lo que Él soñó con cada uno. Por eso se dice que Dios nos ama como somos, pero nos sueña distintos. Y esa vocación tiene la particularidad individual a través de la cual cada uno desarrolla la misma en esta vida; y no solo me refiero a la vocación de estado (llamada matrimonial o consagrada), sino a cada ramificación específica a nivel personal en la cual se concreta (nuestra aspiración profesional, nuestras pasiones y aficiones, etc...)
Pero ciertamente, diremos a modo de resumen que, ser fieles a nuestra vocación, encontrándola y desarrollándola, directamente nos lleva a una sola cosa: la santidad. Ser santo puesto significa compartir el estado de Dios, y en ello se resume la vocación del hombre. Por eso también se dice que, si quieres realmente ser feliz, debes buscar la santidad...
Imagen tomada de Pixabay
PRÓXIMA PUBLICACIÓN DEL DIARIO: 10 de abril de 2019.