Gabriela lee a menudo su propio diario, pues así también se lo pidió Cristo en una de aquellas conversaciones interiores. Hoy se desarrolla otra más…
*** DIARIO ***
Punto 1365. 13 de abril de 1944. En mi aposento, yo había abierto al azar uno de los cuadernos y sentía una iluminación interior. ''Está bien que tengas ese interés por leer seguido Mis Palabras. Esto te impregna de Dios y te arranca de la pequeñez del Mundo. Así, de inspiración en inspiración llegarás al Fin, al Fin que es el verdadero comienzo de la Vida. No le concedas, hija, importancia a nada que no sea eso. Que todo te lleve allá. Retarda el paso y toma tu impulso para saltar sobre los obstáculos y no temas inventar maneras nuevas de amarme. Busca la manera más rápida.
Créeme que Me vienen ganas de decirte: 'No Te Me escapes', como dicen a veces los papás cuando quieren tener a los niños cerca de sí. Dime tú que no Me quieres dejar. Si tú Me pones en tu vida, Yo estaré en tu muerte, y partiremos juntos. ¿No vale esto la pena de que vivamos juntos? Escucha Mi Voz. Es la Voz de un Amor que tú no alcanzas a sospechar. Y recomiéndame sin temor tus más íntimas aspiraciones; no tienes idea de hasta qué punto puedo escucharte.''
Punto 1366. 13 de abril. Yo: "Señor, que llegue Tu Reino." Él: "Felicítame ya desde ahora, como si Mi Reino hubiera llegado. Es éste un trabajo en profundidad para toda alma creada, y en ello está su felicidad más íntima, aun cuando ella no siempre lo comprenda. Ofréceme tu alma, para que Mi Reino la cubra toda entera. Sé una ‘hija de Dios’. ¿No Le das el hombre de Padre? ¡Y Lo es!"
*** REFLEXIÓN Y COMENTARIO ***
Las palabras de Cristo son alimento para el alma. Busquémosla, en primer lugar, en la lectura de los Evangelios. Y acudamos también con frecuencia a los encuentros de los santos, aquellos que en su búsqueda encontraron el Camino y dejaron escrito su testimonio. Como en este diario. Y siempre, seamos cautos, dejemos a la Iglesia que discierna con su su sabiduría y la luz del Espíritu Santo que la gobierna, ella es quien ha de decidir si las lecturas tienen aprobación, es decir, leamos solo aquello que, tras un estudio necesario, se ha catalogado como “nihil obstat”, es decir, que no son obstáculo para crecer en la Fe.
Imagen tomada de Pixabay.
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